sábado, 6 de junio de 2009

Paralelo

Sonó por megafonía, su tren salía, no esperaría a que se la quitara el nudo de la garganta, se iría sin ella sin preguntarla si estaba preparada, si llevaba todo en la maleta y si tenia las ganas necesarias.
Ese día se había puesto aquel vestido con el que se gustaba tanto, tenía que sentirse con ganas de comerse el mundo, con fuerza, para coger aquel tren. Así que cogió su pequeña maleta, esa que su hermano había utilizado una vez, esa que su padre utilizo aquel día en el que las dejo solas, como parecía que hacían todos por aquellos tiempos. dio un paso, tan solo uno, y miro sus zapatos, la gustaban; entonces sintió una mano, pequeña y temblorosa, tiro de su vestido y una sonrisa con dientes de leche y ojos azul cielo le regalo una piruleta de esas con forma de corazón que te dejan la lengua roja, de amor.
Con un corazón en la mano y el suyo propio en la garganta dio un paso mas y otro y otro mas, cada vez andaba mas deprisa hasta que sin darse cuenta comenzó a correr, ella nunca había sabido correr, no era de esas personas que hacen deporte, tenia asma y la gravedad no era su fuerte, pero aquella vez corrió, corrió y sin a penas darse cuenta su billete ya estaba en manos de aquel revisor que la deseo buen vieja y la roce la mano, ella quiere creer que para desearla suerte en su viaje.Se sentó en su asiento al lado de un hombre mayor que leía el periódico con unas gafas de culo de botella, olía muy bien,olía a su abuelo. De repente sonrió, se acordó de sus piernas, de lo bien vestido que siempre iba, se acordó de sus manos y su forma lenta y suave de hablar, se acordó de como la miraba con esos ojos que se notaban inundados de amor.
Miro por la ventana y descubrió que comenzaban a caer pequeñas gotas de lluvia, entonces una mujer comenzó a cantar: ''un rayo de sol ohohoh, en mi corazón ohohoh...'' llevaba un bebe en brazos que miraba con carita de pena tras el cristal viendo caer la lluvia que parecía, tan poco le gustaba.Entonces se acordó de su madre, cuando al salir de la ducha la acurrucaba con la toalla en sus brazos y la cantaba, porque decía que las canciones calentaban el alma.
De repente sacó un espejo,no porque quisiera mirarse, sino porque era un espejo precioso, un espejo con una mujer sentada, tenía el pelo largo y estaba cepillándoselo. A ella le encantaba mirar el espejo. Cuando lo abrió no apareció su rostro, sino el de un hombre detrás de ella, un hombre que,no sabe como lo supo, llevaba en sus ojos la palabra casualidad, eso que ella llevaba buscando tanto tiempo. No se atrevía a girarse,no la salían las palabras, ni las miradas,
cerró lo ojos, se iba a lanzar a la que ya era su casualidad....entonces el tren frenó, había llegado a su destino, las puertas se habrían y la gente salía disparada formando un atasco en el que ella lo había perdido, había perdido su casualidad, tal vez la más grande...Al bajar del tren, cabizbaja, con carita de pena y la respiración algo fuerte, frustrada, noto la mano del revisor que al iniciar su viaje la había rozado, ella le miró y el guiñó un ojo, entonces entendió que le encontraría, encontraría su casualidad hiciera lo que hiciera, porque allí, en el Ártico, con el frío, las casualidad llegan antes.

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Fuegos en el cajón, carne de cañón...